24-7-1936, Vistabella del Maestrazgo.
Aquella noche del 24 de julio, el chófer conducía decidido, subiendo por las curvas que les llevaban a Vistabella del Maestrazgo. En la parte de atrás, el capitán Sirera y el abogado Traver, conversaban sobre la situación. El abogado era amigo de Joaquín Osset Merle desde los tiempos de Coves de Vinromá; el capitán aún no le conocía. Hablaban de él, que desde marzo era el maestro de Vistabella y también, hoy lo sabemos, secretario de Unión Republicana de la localidad. Y surgían nombres de conocidos e historias pasadas.
Imaginamos que entre estas conversaciones debió transcurrir aquel viaje, aquella tarde. El caso es que en la hermosa Vistabella del Maestrazgo aún hay mayores que recuerdan que en la cuesta de entrada al pueblo, el coche se les caló.
Unas horas después aquellos tres viajeros y el teniente Osset salían del pueblo camino de Castellón, dejando allí, en su memoria, esta pequeña anécdota. Y la leyenda de aquel generoso profesor, teniente de infantería, al que le gustaba enseñar y escuchar música de guitarra en aquellas noches de verano, sentado en la puerta de la casa Cantó.
Parece ser, según el documento que reproducimos, que con ellos debió viajar también José Safont Monferrer, aunque no aparece ni en la historia ni en la memoria de la columna. Y sí, en cambio, en la de Vistabella en guerra, como personaje de tintes legendario: anarquista, líder moral en momentos de conflicto y en brotes de destrucción del patrimonio cultural, que casi siempre consigue evitar; hombre culto, bueno y valiente…
Hoy -en “Huellas de la Canción Perdida”- publicamos algunos documentos que hablan de aquellos días, que también podéis encontrar en la interesante web del Archivo Municipal de Vistabella.
Mientras, seguimos sentipensando en la historia del auto que se caló aquella noche en las cuestas de entrada al pueblo. Y en cómo esa anécdota ha podido permanecer hasta hoy, entre la casa Cantó y las antiguas escuelas; entre el cristo sin cabeza que preside la puerta de la iglesia y el final del florido y luminoso carrer Sense Cap.